Recuerdo ınterracıal

RECUERDO INTERRACIALAntes de visitar USA mi involucración con otros chicos había sido bien limitada: besos, caricias íntimas con un amigo, por el que además no me sentía muy atraído físicamente, y poco más, Con los chicos que me atraían, por razones diferentes, nunca pudo ser. El caso es que todo fue muy diferente en USA: mi físico llamó la atención de muchos hombres y me vi sometido a una larga serie de intentos de seducción, provenientes sobre todo de hispanos y de morenos. El más espectacular provino de un chico negro. No era guapo ni feo, pero era atlético, con algo de sobrepeso, no mucho más alto que yo. Era pocos meses más joven que yo. Me chocó la mano aun sin conocernos mutuamente e hizo todo lo posible para llamar mi atención sobre su espectacular herramienta, que traslucía el bultote de su pantalón, sobándoselo desvergonzadamente. Acabó gustándome y acepté entablar diálogo un día con él. No tardó en expresarme lo guapo que yo le parecía y cuán atraído y excitado sexualmente se sentía por mí. "Eres tan guapo que nada más verte, te lo haría", me dijo. "¿Me harías qué?", le pregunté. "Penetrarte", respondió él. Yo me quedé perplejo: una persona que apenas acababa de conocer y que me decía con toda naturalidad sus urgentes deseos de penetrarme? "¿Qué te hace suponer que yo te permitiría hacerme eso de buenas a primeras?", repuse yo. "Bueno, si no aceptas que te penetre, me conformo con que me la chupes con tus hermosos labios", me dijo sin el más mínimo empacho. Yo no podía creer lo que oía. "No has dicho una sola vez que quisieras besarme y ya me propones que te bese el miembro", le critiqué yo. "Por supuesto que te besaría en los labios", se defendió él. "De todos modos para cualquier cosa que aceptase hacer contigo, esperaría de ti lo mismo", le aclaré. Él me pidió explicaciones y yo le detallé que no aceptaría besar su virilidad o dejarme penetrar por él, si él no me correspondiese de la misma manera, es decir, que también él besara mi virilidad y se dejase penetrar por mí. Él puso una cara de pasmo y me dijo algo así como: "Estás bromeando, ¿verdad?" "No, no estoy bromeando", le dije yo. "¿Por qué?", me preguntó entonces provocador. "Porque para mí la relación íntima implica total reciprocidad ", le expliqué yo. "Sí, pero yo ya te correspondería suficientemente con darte a gozar mi gran miembro en tu boca y por detrás", se justificó él. Yo no supe si escandalizarme o reírme. "Pues sepas que a mí eso no me basta", le repuse yo. "¿Y por qué no lo intentas? -me retó él- Yo he tenido antes varios chicos blancos de amantes y todos se sentían muy satisfechos simplemente con gozar mi gran miembro negro en la boca y por detrás, sin pedirme nada más". "¿Y por qué debo intentarlo yo? ¿Por qué no lo intentas tú? -lo reté yo a mi vez- A lo mejor te gusta probar mi lindo blanco miembro por uno y otro lado". A estas palabras él no repuso nada, o no supo qué replicar, su expresión se volvió distante y se despidió sin más, como dándome a entender que todo había sido un error y que no quería saber nada más de mí. Yo me sentía ultrajado. Nunca había concebido tal tipo de relación entre dos hombres. Me sonaba a utilización egoísta del otro. Pensé que todo había sido un accidente, que no teníamos nada en común y que ya no volveríamos a dirigirnos la palabra. La siguiente vez en que coincidimos no me saludó, en efecto, pero cuando yo ya me iba, se acercó a mí de nuevo y me pidió conversar un rato. No recuerdo en detalle las impresiones que entonces intercambiamos. En conjunto expresó que seguía sintiéndose muy atraído por mí, que deseaba proseguir la relación y que procuraría corresponderme? sin especificar cómo o hasta dónde. La cosa quedó, pues, en la ambigüedad, por lo que no progresó mucho. Llegamos sólo a besarnos y a acariciarnos, pues al poco tiempo él hubo de mudarse a otra ciudad, pero mantuvimos correspondencia. Por carta llegó un día a comunicarme que estaba ya dispuesto a corresponderme en todo. Creo que era honesto. Planeamos, pues, el reencuentro: él me visitaría en cuanto tuviera oportunidad de viajar y buscaríamos el lugar adecuado para consumar nuestro mutuo deseo. Sin embargo esta oportunidad nunca se dio: pasado un tiempo dejó de escribirme. Pienso que encontró a otro chico blanco (me había confiado que sólo admitía relaciones con chicos blancos), lo suficientemente atractivo como para hacerle olvidarme. Todavía lo añoro?De hecho él no fue mi único caso así. En USA me topé con otros casos similares, sobre todo entre hispanos y morenos. Ahora veo que este fenómeno se ha popularizado también en Europa con la inmigración árabe y africana. El caso es que para mí el descubrimiento de ese fetichismo de sumisión interracial en las relaciones sexuales y afectivas fue una especie de shock. En otro momento escribiré sobre este fenómeno. Yo no he cambiado gran cosa: no encuentro ningún atractivo en las relaciones de sumisión, especialmente en sexo interracial. Antes de visitar USA ni siquiera imaginaba qué tal cosa pudiera existir. Por eso mis historias y mis vídeos preferidos son los que en inglés se denominan flip flop, especialmente el interracial, y que en español quizá denominemos: vuelta de hoja. Lamentablemente no son muy frecuentes, al menos los interraciales.