La huérfana

La huérfanaConocí a Mayra por casualidad. Llegó a rentar un pequeño cuarto en aquel viejo edificio donde me había refugiado después de mi divorcio. Cargaba a su hija que había concebido años atrás, y batallaba para darle lo más indispensable. La realidad es que yo no deseaba entablar relación alguna después de tanto pleito en mi matrimonio anterior. Yo a mis 39 años, afortunadamente conservaba una buena figura. Mayra apenas llegaba a los 22 años. Se había casado a los 17 por haber resultado embarazada. Su exmarido había resultado estar casado con anterioridad por lo tanto su matrimonio era inválido. Alejándose de todo aquello había migrado a la gran ciudad donde le habían conseguido un trabajo bastante modesto. Las modestas habitaciones no tenían baño por lo que había que compartir uno. Era un baño por nivel, nosotros estabamos en el nivel superior, el cuarto piso. Eran dos habitaciones por piso por lo que el baño era prácticamente para ella, su hija y yo. La conocí precisamente un lunes que ya le andaba por llevar a Lizzette a la escuela. Yo entraba temprano a trabajar y aquel día ella ya iba tarde. Me tocó la puerta y yo salí con la toalla envuelta. Discúlpeme, señor, se nos hace tarde. Nos podría permitir usar el baño antes que usted? Accedí de mala gana, aunque me llamaron fuertemente la atención aquellos ojos y el par de tetitas de colegiala que tenía esa hembra. Así con el tiempo, empezó a pedirme favores. Si un botellón de agua. Si tenía algo de leche para el cereal. Yo aunque no tenía de sobra, realmente no vivía con carencias, pero sí me daba bronca pagar una renta cara, por lo que había decidido vivir en aquél modesto departamento. Pero sí tenía mi TV de alta definición y televisión satelital. Mayra apenas tenía lo indispensable. Un pequeño ventilador y una televisión que se veía mal la imagen. Con el tiempo las invité a comer a mi depa, la televisión era el centro de atención de su hija y nosotros nos dedicabamos a platicar largas horas. Ponerlos al día nuestros fracasos anteriores, entre otras cosas mas. La realidad es que pronto empezamos a coger. Tenía un cuerpo exquisito y le encantaba cabalgar la verga como una auténtica diosa guerrera. Dejabamos a su hija en mi depa con el clima puesto y nos ibamos a coger al de ella. Con el ventilador y el calorón que hacía sudábamos como en un sauna. Me encantaba chorrearme en su interior. Le daba por el coño y por el culo.Con la confianza, yo era quien a veces llevaba a su hija a la escuela, mientras ella trabajaba. De hecho yo firmaba generalmente los documentos como si fuera su padre o tutor. Ya me conocían en su escuela. Así pasaron casi 8 meses hasta que un día Mayra desapareció. Realmente estaba preocupado, pero por no preocupar a Lizzette le dije que había regresado a ver a su familia pero que pronto regresaría. Ciertamente por la calentura no había reparado en que apenas si sabía de la vida de Mayra, de dónde eran? Generalmente ella se mostraba evasiva, sólo decía que venía del pueblo de las desgracias, del que no quería hablar ni acordarse. Sería que la había buscado su exmarido? Bueno, yo sabía sólo lo que ella me había contado, pero realmente no me constaba nada de aquello. Pasaron los días, que se hicieron semanas, y yo aunque la extrañaba, lo que mas extrañaba eran las cogidas. Y me comenzaba a pesar el cargar con una hija que no era mía. Yo tenía que hacer las labores de que hiciera tareas, se bañara e hiciera todo lo demás. Los horarios eran otro problema, pues había un lapso de tiempo que tenía que dejarla sola, eso sí, con muchos candados y una reja protectora en la puerta, además de las que tenían las ventanas. Y como era el último piso no creía tener problema con alguien por aquello. Algún día después la ansiedad de la falta de sexo me comenzó a nublar la mente. Combinado con las cargas que ahora tenía, comencé a fantasear con L. Para no levantar sospechas compré una cámara de esas viejas en un tianguis. Apenas me costó 100 pesos. Fueron apenas 5 fotos las que tomé antes de que se metiera a bañar, pero ya sin ropa. Las veía y me puñeteaba hasta chorrearme. Algo inocente. Apenas para descargar la carga sexual que traía. Días después me quedé dormido y al despertar vi a L viéndome. Me había quedado dormido con el pito de fuera. Pero al amanecer tenía el pene erecto y era lo que llamaba la atención de L. Ella lo veía con curiosidad, y le dije, hola, que ves? Dice, tu ése, está grande. Le dije. Sí. Dice puedo tocarlo? Le dije, no, a menos que sea un secreto entre nosotros. Sabes guardar secretos? Dijo. Sí. La deje que lo tocara, pero hasta ahí.Días después, mi calentura continuaba. Había ya tomado más fotos. y me excitaba aun mas. Mi ensoñación se comenzó una obsesión e inventé lo siguiente, desconecté el clima de mi habitación y pelé los cables del enchufe del abanico. Le dije a L, como ya no sirven ni el clima ni el abanico, tendremos que dormir sin ropa por el calor. Accedió. Nunca me he rasurado el pubis por lo que andaba en pelotas por el depa con el pito y las bolas peludas, mientras L andaba a "rais" también. Nos bañabamos juntos y nos enjabonábamos de lo lindo. Así continuó todo por algún tiempo.Un año después, yo tenía ya una pareja, que siempre guardó el secreto, y que a los 44 años me hizo papá de una hermosa hija a la que le pusimos el nombre de su mamá y su abuela, Mayra Lizzette.