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maite (1)

 
Post #1


maite (1)Aquella tarde fui también a casa de Maite, como todas las semanas. Ella y yo nos habíamos conocido unos dos años antes cuando yo aún trabajaba en un pub en Bilbao. Ella era rubia, de estatura media y me superaba en un año la edad. Tenía novio desde hacía más de diez años y según ella, yo había sido su único amante. A pesar de ese dato era realmente una mujer estupenda y, por otra parte, era una buena compañera juegos de cama. Nunca hasta que conocí a Maite me había compenetrado tanto y tan bien con una mujer en la cama: ambos sabíamos lo que nos gustaba y nos dábamos gusto recíprocamente.Llamé a su puerta y ella me abrió vestida tan sólo con un albornoz; Se acababa de duchar y se había lavado, secado y cepillado el rubio cabello dejándolo brillante y sedoso. Pasamos directamente a su habitación, mientras yo no perdía de vista su estupendo trasero. Encendí un cigarro mientras ella se sentaba parsimoniosamente en la cama: casi siempre esperaba a que yo iniciase el ritual. Yo solía entonces tomármelo con mucha calma, fumándome un cigarrillo tras otro esperando mentalmente que ella tomase de una vez la iniciativa y...Aquella tarde le tenía reservada una sorpresa. Hacía tiempo que le había comentado que le iba a escribir una carta ?picante?, esperaba que esto sirviese para dar un nuevo impulso a nuestras relaciones sexuales, no tan frecuentes ahora como en otros tiempos. Esperaba así mismo que no se escandalizase por el vocabulario que iba a observar en la carta, pues en los relatos eróticos se utiliza ese mismo vocabulario, incluso más variado y fuerte. Fue la noche anterior, mientras me masturbaba imaginando la fantasía que le iba a relatar, cuando decidí que sería un relato erótico en vez de una carta, deseando al mismo tiempo que después de que ella lo leyese lo aplicase como guión para nuestra singladura sexual de aquel día.Cuando le entregué la carta y le expliqué de qué iba sonrió y los ojos le brillaron. Era una sonrisa llena de picardía y complicidad. Le pedí, con la misma sonrisa, que antes de empezar a leerla se tendiese en la cama con las piernas ligeramente abiertas y se abriese ligeramente el albornoz para dejar visibles sus pechos -que, pese a no ser tan grandes como a mi me gustaría, si están bien situados y firmes.- y su hermosa entrepierna. Ella accedió, no sin antes recordarme que tenía la mente ?demasiado calenturienta y enferma?, se deshizo del albornoz y se tumbó con las piernas entreabiertas, mientras yo me empezaba a desnudarme con el miembro ligeramente duro, me ponía un pantalón de pijama negro, me sentaba a los pies de la cama, frente a ella y encendía, paciente, un cigarro, preparándome para deleitarme con lo que iba a ver. Ella ya había comenzado a leer el relato pero aún no había llegado a la parte caliente, aunque al llegar al cuarto párrafo y ver la primera palabra ?picante? me dirigió un ?Cerdo!? que simplemente me hizo sonreír mientras ella continuaba leyendo, curiosa, ya que sabía que yo tenía una gran imaginación para esas cosas, pero ignoraba en el fondo de lo que yo podía llegar a ser capaz de discurrir y plasmar sobre un papel.Yo seguía fumando mi cigarrillo, mientras ella seguía leyendo. Mi pene se había relajado un poco con el tiempo, pero yo me sabía el relato de memoria y sabía que a partir de ahí empezaba a ponerse ?más interesante?. En efecto, minutos más tarde empezó a vislumbrase un incipiente brillo en la bella raja de su entrepierna, al mismo tiempo que sus pezones empezaban a apuntar al techo como pequeños cipreses hacia el cielo y su respiración se hacía casi imperceptiblemente más profunda y rápida. Mientras tanto yo seguía hechizado con su ya reluciente almeja y mi mente trataba de decidirse entre aguantar o bien dedicarme a comerle el coño o a meneármela como un adolescente. Decidí aguantar un poco más mientras mi polla empezaba a luchar por asomarse a través de la bragueta del pijama, dura como una estaca, pensando en lo que acaecería más tarde. Maite seguía devorando líneas cada vez más rápidamente, cada vez más caliente. Se debió percatar de que yo estaba tan cachondo como ella y, para calentarme aún más, separó su mano izquierda de la carta, y se la dirigió directamente al jugoso coño y separó sus labios exteriores, invitándome a que se lo comiese de una bendita vez.Me agaché para acercar mi boca a su hendidura, le pasé la lengua de abajo a arriba cuatro o cinco veces para lubricársela un poco más , y me retiré, volviendo a mi posición inicial. Maite lanzó un pequeño gemido de protesta, sugiriéndome que continuase. Yo sonreí negando al mismo tiempo con la cabeza. Quería seguir disfrutando del espectáculo; más tarde ya le comería el coño hasta dejarla exhausta. Maite decidió entonces darse el gustazo ella misma y acariciarse ella misma el clítoris mientras seguía ensimismada con la lectura de mi relato. Yo esperaba que no se corriese muy pronto pues entonces se relajaría y no era esa precisamente mi intención. Entonces pareció leerme el pensamiento pues dejó tranquilizarse a su clítoris y se dedicó a meterse el dedo en el agujero, lo cual a mi casi me volvió loco. Sin embargo, tras unos minutos de magreo deslizó su mano hacia arriba hasta sus tetas y comenzó a pellizcarse los pezones. Yo interrumpí un momento la visión del espectáculo para dirigir la mirada hacia mi durísimo nabo que ya palpitaba de ganas de ser deleitado con una soberbia mamada por parte de la experta boca de mi amiga.Fue entonces cuando Maite pareció terminar su lectura y sin esperar a que terminase el cigarro ni tampoco decirme si le había gustado o no, se levantó, apartó a un lado la mesita de la televisión que tenía a los pies de la cama y me tomó de la mano y me tumbó en el suelo de cara al espejo de la pared, mientras yo temblaba de excitación y daba gracias a Dios por mi suerte; al parecer empezaba a seguir el relato que acababa de leer; hoy iba a ser todo a mi manera. Hacía más de una semana que no estabamos juntos y eso, al parecer, le producía síndrome de abstinencia. tal vez por eso iba a ser tan complaciente.Yo no daba crédito a lo que veía. Maite se había tumbado de lado a mi derecha también de cara al espejo y con la rodilla derecha levantada reflejando una bonita panorámica de su coñito en el espejo y, sin m*****arse en quitarme los pantalones, me había sacado la polla a través de la bragueta con la mano izquierda y le estaba dando lametazos por todo el glande, mientras con la derecha me acariciaba los testículos. Yo, apoyado sobre los codos para tener una vista mejor, guiaba mis ojos de su boca a su coño y de su coño a su boca como en un partido de tenis. Su raja estaba muy abierta y lubricada y su flujo comenzaba a resbalar por sus muslo izquierdo apoyado sobre el suelo, mientras su ávida y lasciva lengua me recorría el nabo, mordiéndomelo en algunos momentos. Poco después se la metió entera en la boca y por todo el cuerpo me recorrió un escalofrío salvaje. No podía dejar de observar como su boca me devoraba el mango. Maite era una artista a la hora de chuparla y además le gustaba tener mi polla llenándole la boca. Tras unos minutos en los que Maite, además de mamármela como una posesa, me deleito con una estupenda paja, empecé a dar muestras de no poder más y efectivamente al poco tiempo descargué un caliente y blanco chorro de leche contra su garganta. Fue una de las mejores corridas que he tenido. Estaba alucinado: me parecía estar en el cielo, pero decidí darme prisa en bajar de las alturas, pues ahora me tocaba trabajar a mí, y estaba decidido a recompensarla en la misma medida.Para ello me puse inmediatamente manos a la obra. Me levanté el suelo y le cedí el sitio, sentándola de cara al espejo. Yo me situé a su lado en su antigua posición. Entonces, en vez de comerle directamente el coño, me dediqué a comerle las tetas y a acariciarle al mismo tiempo el clítoris, suavemente, mientras ella me abría la almeja con ambas manos para facilitarme un mejor acceso y una mejor visión. Mientras le comía con avidez los pezones, recorría una y otra vez con mi dedo la extensión de su raja desde la cabeza del clítoris a la entrada del ano magreándoselo a propósito, mientras sus jugos resbalaban por sus nalgas y al mismo tiempo empapaban mi dedo. Cuando me cansé de comerle las tetas, la hice tumbarse y me coloqué encima en sentido contrario, como en un sesenta y nueve, situando mi relajada y goteante polla sobre su boca para que ella me la volviese a chupar y me la dejase limpia para el siguiente acto de la función, pero no parecía dase cuenta de mis intenciones de lo absorta que estaba en su propio deleite, así que continué con las caricias, besándole la parte interior de los muslos hasta muy cerca de su coño, pero esquivándolo a propósito. Pronto comenzó a agitarse arriba y abajo y a ambos lados; entonces, me cogió la cabeza y me obligó a acercarme más a su entrepierna. Yo seguí esquivando su monte de Venus hasta que me rogó que le comiese el coño. De buena gana accedí y acerqué mi cara a su pelvis y deslicé mi dedo hasta el prieto músculo que rodea su ano y al mismo tiempo le hundí la lengua en su vagina. Fue entonces cuando pareció contagiarse de mi afición por las mamadas y guió mi otra vez creciente polla hasta su boca para limpiarla de los restos de leche y ponerla otra vez a punto. Yo entonces comencé a mordisquearle el clítoris mientras mi dedo seguía magreándole la entrada del ano con un dedo sin penetrarla y con el otro le recorría la vagina de afuera a adentro. Le pedí que cogiese un preservativo del bolsillo de mi chaqueta y me lo fuese poniendo. Yo seguí con lo mío y cuando vi que aquello le gustaba, le fui metiendo poco a poco el dedo dentro del culo mientras yo le seguía comiendo y taladrando el coño con el dedo. Hizo dos intentos para apartarme mi dedo de su culo mientras gemía ?Eso no me gusta? pero yo se los aborté replicándole que sí le gustaba. Tras unos minutos así empezó a dar muestras de que iba a correrse; entonces hundí mi cara en su raja y le comí el coño como un salvaje, mientras le endiñaba el dedo pulgar en el culo. Y se corrió, temblando como una hoja.No le di tiempo a recuperarse o relajarse; de la misma, mientras aún temblaba, le hice darse la vuelta y ponerse boca arriba y me situé detrás de ella de cara al espejo y le metí la polla hasta adentro mientras mi pulgar buscaba otra vez su culo. Cuando conseguí meterle el dedo otra vez, saqué la polla enguantada de su vagina, se la coloqué en la entrada del trasero y comencé a metérsela lentamente. Tardé mucho en meterle el glande para no hacerla daño. Como mi polla es un poco gruesa tenía que darle tiempo a que su esfínter se acomodase al nuevo inquilino. Una vez conseguido mi objetivo, es decir, metérsela en el trasero, la saqué otra vez y me quité el condón. Le pedí que se arrodillase en la cama con las piernas bien abiertas y el tórax levantado y la penetré rápidamente. Me encantaba aquella posición. Era estupendo follarla mientras observaba su magnifico culo levantado. Mientras la embestía como un poseso, le asía los pechos y la mordía el cuello y ella, de vez en cuando, dirigía una mano hacia atrás y me agarraba del culo, animándome a follarla con más ganas. Yo estaba dispuesto a deleitarle con el mejor polvo de su vida así que continué embistiéndola por detrás hasta que no pude aguantar más entonces saqué mi taladro de su hendidura y me la meneé hasta correrme, salpicándola con mi leche. Tras tomar un breve respiro, ella se levantó para coger una toalla y limpiarme, mientras me comentaba sus impresiones sobre el relato. Le prometí volver a escribir uno con un guión adecuado a sus gustos. Yo se lo prometí gustoso. Sabía que ese día, una vez terminase de leer el relato, seguiría el guión y sería una velada salvaje.
04-04-2021, at 08:19 AM
Alýntý
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