Un día de playa de un casado fiel

Un día de playa de un casado fielEra una calurosa tarde de principios de Junio, normalmente a estas alturas deberíamos tener una temperatura media de 20 grados, sin embargo hacían 30 grados y una humedad insoportable, así que propuse a mi hija de siete años ir a la playa en cuanto comiésemos e hiciésemos la digestión.A mi mujer le pareció un plan ideal, yo pasaría más tiempo con la niña que por motivos de trabajo me es imposible de Lunes a Viernes, y así ella tendría la tarde libre para salir a tomar algo con sus amigas.El reloj ya marcaba las cuatro de la tarde y el sol había bajado un poco la intensidad así que preparé todo lo necesario para pasar la tarde en la playa: traje de baño, toallas, protección solar, bebida y comida, y por supuesto, los cubos y palas de la niña para jugar con la arena.Cogimos el autobús, abarrotado para variar, pero además con el calor que hacía el ambiente estaba cargado y las gotas de sudor de la gente cayendo por sus frentes eran la tónica general.Llegamos a la playa a eso de las cinco, estaba más vacía de lo que me esperaba, así que enseguida vislumbré un hueco en la arena a donde nos dirigíamos con sumo cuidado de no levantar la arena con nuestro paso y m*****ar a la gente.Tras embadurnar a mi hija de protección solar, ataviarla con su sombrero y gafas de sol, se puso rápidamente de rodillas a jugar con la fina arena de nuestro alrededor. Comencé entonces a cambiarme de ropa con la toalla enrollada en la cintura, me salía una sonrisa al ver lo torpe que me sentía, ya no era el joven de 25 años y me costaba quitarme el pantalón a la vez que aguantaba la toalla. Finalmente y no con poco esfuerzo conseguí ponerme el traje de baño, fue el momento en que aproveché a mirar a izquierda y derecha y darme cuenta del panorama.Tengo 38 años, y no sé ustedes, pero yo soy de la generación de la EGB, de los niños en chándal corriendo siempre detrás del balón con el bocata de chorizo en la mano y que hasta bien entrada la pubertad no pensábamos en las chicas como mujeres, sino más bien como el enemigo. Esto lo digo porque recuerdo que de joven no pensábamos en nuestros cuerpos como templos de devoción y la playa era un lugar donde íbamos a pasarlo bien y jugar, pero ahora, ese día y mirando lo que me rodeaba, sentía que estaba en una pasarela donde los cuerpos esculturales de chicos y chicas contrastaban con el cuerpo corriente que tengo.Soy moreno, de metro ochenta y ojos marrones, he perdido gran parte de mi pelo y los abdominales y pectorales han quedado sepultados en una pequeña capa de grasa flácida. Ciertamente no estoy gordo y tengo un cuerpo correcto, pero para nada tonificado ni musculado, así que a mis 38 años sentí cierta vergüenza al desprenderme de la camiseta y entrar en comparación con el resto de hombres.La tarde corría su curso entre juego y juego con mi hija, en un momento se acercó un grupo de cinco Chicas que tendrían poco más de 18 años. Todas sin excepción con cuerpo firmes y fulgentes, vestidas con vestidos de verano finos y vaporosos. Comenzaron a acomodarse cerca de nosotros y enseguida se fijaron en mi hija y lo simpática que es, ciertamente tengo una hija que es una preciosidad y tiene un comportamiento muy gracioso así que siempre se gana a la gente. Como decía, las jóvenes empezaron a colocar las toallas en la arena mientras le hacían muecas, yo estaba tumbado boca arriba apoyado sobre los brazos viendo la escena. En cuanto empezaron a desprenderse de sus vestidos y mostraron los bikinis...debo confesar que se me nubló la vista, al instante me coloqué las gafas de sol para poder mirarlas con mayor discreción.Las escudriñé al detalle, cuatro de ellas tenían el pelo largo y liso, de piel clara y pecho mediano, altas con largas piernas y ni un solo pelo en todo su cuerpo, los bikinis les quedaban a la perfección, como a mí me quedaba todo a su edad, y las braguitas les quedaban completamente ajustadas. La quinta amiga era una joven mulata de piel tostada y cabello rizado, el cuerpo era algo más voluptuoso con un trasero respingón.Estuve hablando con ellas un rato mientras jugábamos con la niña, no les quitaba ojo y confieso que comencé a tener pensamientos muy mal intencionados, aunque solo eran fantasías puesto que les sacaba veinte años y ellas estarían mucho más interesada en los chicos de su edad, además de la evidencia de que estoy casado y nunca he sido infiel a mi mujer ni tenía intención de empezar a serlo.Al rato apareció por sorpresa una compañera de la clase de mi hija con su madre Sonia. Ella es una mujer de 39 años de metro sesenta, cabello castaño corto, pecho mediano y delgada, vestía un traje de baño entero bastante ceñido, ciertamente es una mujer atractiva con la que ya me había cruzado palabras en varias ocasiones. Después de tratar unos temas superfluos y dejar a las niñas jugando juntas nos tumbamos para aprovechar los últimos rayos de Sol del día, me puse con la cabeza en dirección al grupo de cinco chicas para guardar cuantas más imágenes posibles para la paja diaria que me hacía por las noches, ya que el sexo con mi mujer había desaparecido por completo, las razones de por qué un matrimonio se enfría tras la maternidad no es difícil de imaginar, así que resumiré diciéndoles que desde hace años vivo a base de porno.Pasaron unos minutos de aquella contemplación y debí hacer algún gesto instintivo para recolocarme mis partes tras notar el principio de una erección porque Sonia soltó una pequeña sonrisa al percatarase. Sonriendo me dijo:- Vaya cuerpos eh!- Y que lo digas - le contesté - cuando nosotros éramos jóvenes no teníamos estos cuerpos ni los exhibíamos así - apostillé.- El mundo ha cambiado y todos los chavales están hipersexualizados, culto al cuerpo y a enseñarlo, no sé cómo acabará esto.- Bueno, tienes razón Sonia...perdona por mi torpeza antes, no debería haber estado mirando - le estaba pidiendo disculpas por estar mirando aquellas jóvenes sabiendo que estaba casado, pero ella lejos de aceptar las disculpas comenzó a interrogarme.- Tampoco pasa nada por mirar eh! Yo también me entretengo mirando, a estas alturas no los queda otra, no crees?- Pues en eso tienes razón, no nos queda mucho más, jaja.- Qué es en lo que más te fijas? Si no te importa que te lo pregunte.- Creo que después de haberme visto recolocarme el paquete puedes preguntar lo que quieras - le contesté más relajado por la naturalidad con la que hablaba - pues todo, miro todo - continúe - tienen la edad a su favor y el cuerpo perfecto, no se les puede poner peros.- Bueno ya - insistía - pero algo te gustará especialmente no?- Pues seguramente la prohibición de mirarlas. Saber que estoy mirando algo que no tengo a mi alcance y que luego tengo que volver a casa a la rutina.- Creo que tienes razón en eso, la rutina mata todo y lo que está prohibido siempre apetece - espetó con una mueca al final.Sin darnos cuenta y sin tener ninguna intención empezamos a hablar con toda naturalidad del matrimonio y como con el tiempo ambos habíamos perdido el apetito sexual con nuestras parejas, aunque lo hablábamos de forma casi aséptica, sobretodo conscientes de que nunca haríamos nada para perjudicar a nuestras parejas y por supuesto a nuestras hijas. A mí me parecía estar hablando con un amigo más que con una mujer, así que no tenía problema en confesarle la sequía por la que pasaba y mi afición al porno, y ella empatizó contándome que pasaba por la misma sequía y que en vez de porno le había dado por el deporte y el gimnasio, a lo que yo felicité y le confirmé que se le notaba en el cuerpo:- Pues lo dirás de boquilla, porque a las que no quitabas el ojo es a esas chicas.- Bueno mujer, no me voy a poner a mirarte como a ellas que te conozco y es diferente - le dije - aunque no tienes nada que envidiarles, créeme.- Seguro?- Por supuesto, no lo dudes.- Y qué me mirarías a mi? - se sonrojó - perdona, no quiero ponerte en un aprieto, olvídalo.- No pasa nada Sonia, sabes que tienes un cuerpo precioso, solo con ese cuerpo te podría quedar el traje de baño de esa manera, además no quieras que te mire como a ellas y tenga que acomodarme otra vez lo mío.Era ya tarde, recogimos a las niñas y cogimos los cuatro el autobús de vuelta a nuestro barrio casi vacío. Dos señoras en los asientos delanteros, una pareja de novios en el centro y poco más, así que nos dirigimos al final del bus a. Sentamos a las niñas en los asientos y nos pusimos nosotros en los dos asientos posteriores, ellas jugaban juntas con sus muñecas mientras nosotros charlábamos. - Eres muy simpático Diego, creo que nunca habían hablado con un padre tan entretenida.- Pues lo mismo te digo Sonia, está siendo un placer pasar por la tarde charlando tan sinceros, a veces es difícil encontrar personas que compartan las mismas situaciones - le dije.- Bueno, aunque no fuiste tan sincero jiji, que no me dijiste qué me mirarías. - añadió sonriendo.- Pues mira, ahora que estamos en el bus y no hay peligro de que sufra el problema de antes... - me envalonteé - tienes unas piernas larguísimas y duras, el trastero trabajado por la sentadillas del gimnasio, y un pecho pequeño y tersó que parece que nunca hubieras sido Madre.- Ufff Diego, me siento alagada chico - suspiró- Ya ves jaja y eso que soy discreto y no entro en detalle.- Porque no quieres...a mi me agrada la verdad, cuando llegue a casa nadie me lo dirá - argumentó.- Pues chica, tienes una cara preciosa, unos ojos que parecen no haber roto un plato en su vida, tienes la manicura perfecta, y créeme que para alguien que solo tiene placer con sus manos como es mi caso, es casi una fetiche jajaj- Sí? - tanteó mientras colocaba su mano derecha sobre mi pierna entre el final de mi traje de baño y la pierna que enseñaba y me miraba mordisqueando el labio.- Y muy suaves por lo que noto - balbuceé entrecortado.- Pues... - se acercó a mi oído- es una pena que no notes lo suaves que son - mientras deslizaba su mano bajo mi bañador.Quedé bloqueado, no lo esperaba pero ciertamente tenía la cabeza caliente tras las conversaciones y todo lo que guardaba en mi retina de las chicas, así que en apenas un instante tuve una considerable erección que Sonia recibió con una sonrisa y una caricia en mis testiculos.- Disfruta Dieguito - me susurró mientras su mano comenzaba a recorrer todo el tronco de mi poya. Comencé a lubricar cómo hacía tiempo que no lo hacía, se notaba que estaba acostumbrado a pajearne solo y el contacto con alguien real me excitó muchísimo. - me encanta notar que babea - continuó cantándome al oído - notar lo caliente que estás, y disfruto sabiendo lo prohibido que es para los dos.Estaba disfrutando como un chaval de sus primeros contactos con mujeres, y comencé a calcular cuánto tiempo tendría hasta llegar a nuestra parada para disfrutar el máximo posible, y viendo que había tiempo, extendí mi mano para acariciar sobre el vestido que le cubría el traje de baño. Lo hacíamos todo en el poco espacio que cubrían los respaldos de los asientos de delante, las niñas jugaban ajenas a que sus padres estaban disfrutando como cuando les concibieron, continué separando el vestido a la altura de su cintura y noté la humedad de su sexo. Llevaba el traje de baño bien Prieto y le marcaba los labios que pedian a gritos la caricia de mis dedos, mirándole a los ojos y con espasmos del placer que me estaban dando, hice a un lado la lycra negra y acaricié el conejito mojado de Sonia a la par que suspiraba en mi oído como una adolescente.Dando rienda suelta a lo juego, soltó por completo la bragueta de mi traje de baño y sacó la poya por completo.- Diosssss como me estoy - le susurré. Tengo un tamaño muy normal pero estaba caliente e inflada como nunca - en cualquier momento acabo, no aguanto más.- Acaba cuando quieras, me gusta ver que pierdes el control Dieguito.Consciente que no me quedaba mucho tiempo, más por correrme descontroladamente que por llegar a la parada, aceleré el ritmo de mis dedos sobre su delicioso conejito. Le metí un dedo al ritmo que ella subía y bajaba mi glande, ambos disfrutando como si estuviéramos sobre una cama en posición horizontal. Un dedo dio paso a meter otro y comenzar a masturbarle energéticamente mientras ella apoyaba si cabeza sobre mi hombro escondiendo la cara y dándome mordisquitos deliciosos.Ya no podía más, se me estaba acumulando toda la sangre en man poya y estaba a punto de acabar cuando noté que elancomenzaba a estremecerse y mover su pelvis sin parar - me estoy corriendo nene, ummmmmmmmm ah ah ahhhh - se mordía para no gritar. - no paresssssss, y no te corras tuuuu - dando paso a un profundo suspiro en mi oído que confirmaba el final del orgasmo.Sacando los dedos de su conejo empapado en fluidos y con mis dedos bañados en ellos, los restregué por la punta de mi poya, era lo más no cercano a estar dentro de ella, y en seguida tras reponerse continuó bombeando mi poya con pequeños golpes al bajar hasta abajo el glande, pasó poco tiempo hasta que mi cuerpo delataba el comienzo del fin y ella al notarlo acercándose a mi oído me dijo - déjame, quiero este regalo para mí - no entendí hasta que mirándome a los ojos descendió hasta mi cintura, y abriendo la boca sacó man lengua para lamer toda mi lubricación, para pasar a introducírsela toda en la boca y en una semana pocas sacudidas con alguna pequeña arcada, me corrí como nunca.No salió ni una gota de su boca, me sonrió y lo trago como si de una delicatessen se tratase. Llegábamos a la parada, no hablamos, nos sonreímos y nos lo dijimos todo.P.D: si quieren su propia historia, indíquenme dos nombres una situación y yo la desarrollaré. Si quieren aportar más datos háganlo y los añadiré a su propia historia.